domingo, 7 de diciembre de 2014

Decio Machado: ‘El Gobierno ecuatoriano ha envejecido rápidamente’

 Arturo Torres entrevista a Decio Machado, Sociólogo y ex asesor de la Presidencia de la República del Ecuador
 Diario El Comercio www.elcomercio.com









Usted fue parte del Gobierno como asesor del presidente Rafael Correa en sus dos primeros años en la Presidencia. ¿En qué momento el discurso oficial y la propaganda empezaron a ser más o tan importantes como las acciones, o siempre fue así?

Creo que este Gobierno se ha caracterizado desde el comienzo por tener un gran aparato de propaganda e ideas innovadoras en materia de comunicación política. Eso se vio desde la campaña electoral del 2006. El problema radica en que al Gobierno le cuesta reinventarse. Ya no veo esa capacidad que mostró en sus primeros años, cuando se realizó la Asamblea Constituyente.

¿Cuál es la fuente de inspiración de esta estrategia en la que el mensaje y la propaganda son fundamentales?

Es de larga data, la comunicación política y el control sobre la comunicación están ligados a la historia del periodismo. El discurso del presidente Correa sobre la comunicación no es nada nuevo: llamar a los periodistas sicarios de tinta es muy parecido a lo que se hacía en EE.UU. cuando se crearon los primeros periódicos, se los llamaba ‘balas de papel’.

¿Cuando usted fue asesor del Gobierno ya se vislumbraba la importancia de la información estratégica que, con los años, derivó en ataques sistemáticos a los medios y a los periodistas?

Hay un momento clave cuando se empieza a discutir sobre la comunicación de forma seria, a partir de incautación de los medios de los hermanos Isaías. Entonces nosotros entendíamos que esos medios podían convertirse en un modelo de comunicación alternativa, que fuesen medios independientes, gestionados de manera comunitaria. En lugar de hacer eso, el Gobierno nombró a funcionarios como representantes de esos medios. Allí no se está haciendo periodismo sino propaganda.

¿Cuál fue el aporte de la Unidad de Análisis que usted dirigía en los primeros años de la administración?

Era el análisis de situaciones políticas de coyuntura y la definición de escenarios y recomendaciones, era un espacio de asesoramiento técnico a la Presidencia de la República.

¿A quién se le debe atribuir la autoría del discurso  que explota el régimen, según el cual todo lo pasado es malo, incluyendo la partidocracia, la larga noche neoliberal...?

Es también parte de una estrategia sistemática: el pasado de la política ecuatoriana no es presentable. Correa se mostró como una alternativa a ese pasado. Lastimosamente, el ­Gobierno ecuatoriano ha envejecido rápidamente. Por lo tanto, lo que se suponía que era una nueva forma de hacer política se ha convertido en la vieja forma de hacer política.

¿Ha envejecido pero sigue apelando al mismo libreto de configurar enemigos que vencer y aporrear?

Hay un famoso libro de Umberto Eco que habla sobre la necesidad de construir el enemigo, que en muchos casos ha sido utilizado como herramienta política para mantener el poder. El enemigo significa inestabilidad, retroceso, venta de la soberanía, traición...

¿En el campo de la estrategia de comunicación y propaganda, qué papel cumplieron y cumplen otros asesores, concretamente los expertos publicitarios Roberto Trad y José Adolfo Ibinarriaga, del Instituto Mexicano de Artes y Oficios de la Comunicación?

Algunos asesores que el Gobierno mantiene estuvieron trabajando desde la campaña electoral del 2006. Otros son nuevos. El Gobierno dispone de los mejores asesores en marketing político y comunicación estratégica que existen en el mercado. Tiene plata y paga bien, lo cual es legítimo. Lo que hay que entender es que se trata de publicidad, que es un mecanismo para condicionar el pensamiento de la gente.

Dentro de esa estrategia, el Gobierno lanza permanentemente anuncios y temas que marcan la agenda, amplificada por los llamados medios públicos y quienes hacen opinión se enfrascan en debates infinitos.

Esa es la mediocridad de la política ecuatoriana en este momento, que realmente el Gobierno marca la agenda. Eso lo ha hecho siempre el presidente Rafael Correa y al mismo tiempo no solo los medios públicos entran en esa inercia, también los medios privados muerden el anzuelo. Hay temas importantes que pasan desa­percibidos y no se abordan.

Según Napoleón, la libertad de prensa debe estar en manos del Gobierno, la prensa debe ser un auxiliar del régimen. ¿Esta concepción va en la línea que ha trazado el Gobierno de convertir al derecho a la comunicación como un servicio y no como un derecho?

Los gobiernos que han posicionado al derecho a la comunicación como un servicio público son los de perfil autoritario. Vengo de España, donde durante el franquismo se consideraba la comunicación como un servicio público. No había nadie crítico en el servicio público franquista. Es un método de cercenamiento de la libertad de expresión.

¿Estamos entonces frente a un modelo sofisticado muy exitoso de marketing?

Estamos con un modelo de propaganda y publicidad política exitosa hasta el momento, pero en declive. Y en una concepción de la política que se basa en criterios de mercadeo y venta de un producto. Eso no significa que el Gobierno no tenga logros importantes; tiene la capacidad de implementar esta estrategia con base en logros concretos como la reducción de la pobreza, mejoramiento de tasas de empleo una obra vial impresionante.

Al parecer el gobierno no está procesando adecuadamente el momento que vivimos en función de las crecientes demandas ciudadanas, hay un quiebre evidente pues los movimientos sociales se están reconfigurando, hay más disidencias, la oposición se esta uniendo.

La política del siglo XXI se está reinventando a nivel mundial. Fenómenos como el de los Indignados, Wall Street, la Primavera Árabe, Hong Kong, son procesos de movilización social globales que cuestionan activamente la política tradicional. Quienes estábamos en el gobierno en esos primeros años creíamos firmemente que era posible entrar en esa misma lógica, conectarnos con las exigencias de la sociedad. Nos parecía que era un régimen innovador, con sus conflictos internos, como cualquier otro. El problema es que fue pan de aquel día para el hambre de hoy.

¿El presidente Rafael Correa se ha convertido en un candidato vencedor de largo aliento que basa su estrategia política en la comunicación negativa sobre sus opositores?

Hay un medición gubernamental que entiende que es necesario polarizar el conflicto político con Guillermo Lasso y con CREO. En ese campo siempre ganará el presidente Correa porque seguirá apelando a la mala imagen que proyectan los banqueros y que aún tiene fuerte calado en el electorado. Además, el Mandatario tiene indicadores importantes y logros muchos mejores de lo que tuvieron otros presidentes, hay una fuerte inversión social, infraestructuras...

¿Entonces, la polarización le beneficia al Gobierno?

Claro, el gobierno tiene la medición de que la polarización estratégica con Lasso lo beneficia. El problema de la lectura política de eso es que ni Lasso ni la nueva derecha que se configura con alianzas con otros movimientos tienen capacidad para leer adecuadamente la realidad. Hay una lógica en estas plataformas de oposición que es legítima pero no entienden que el juego de Correa es polarizar. Y ahí es donde siempre sale ganando. Por su parte, la izquierda política sigue penetrada por actores oportunistas, incapaces de demostrar en su práctica coherencia, ni en su discurso ni en su estrategia. Es este mar de desaciertos Correa es un candidato que seguirá ganando elecciones mientras se presente. Aunque también hay que tomar en cuenta que estamos viviendo un cambio de ciclo económico, el gobierno ya no tiene toda la plata con que contaba, el dispendio en base a subsidios y proyectos sociales se va limitando, eso hace que se limite también la capacidad de clientelismo político, lo que también va generando desgaste.

Pero si Correa se presenta y gana las próximas elecciones del 2017, la legislatura será muy conflictiva, asambleístas de PAIS y de otros movimientos y partidos tienen muy escasa legitimidad social. La gente percibe que lo que manda en la Asamblea es la mediocridad y eso se expresa en medio y en debates. Al mismo tiempo, seguramente, Alianza PAIS no contará con la mayoría legislativa con que hoy cuenta, ni el presidente tendrá la actual legitimación social.

El régimen aprovechó de todas las consignas de los movimientos sociales, vigentes en los 90s e inicios del 2000 para sumar apoyos en la Constituyente. ¿No es una ironía que ahora estén licuadas las ongs y a un paso de la extinción por el decreto 16?

Claro, pero ha sido una estrategia política constante. Este gobierno es progresista en algunos sentidos, por ejemplo el papel del Estado como regulador, la lógica protectora a la ciudadanía por encima del capital; pero es ultraconservador en otras; es decir que en materia de derecho a la libre orientación sexual, el debate del aborto, de la planificación familiar, la intervención de los militares en la seguridad y en materia de control social. Todo eso demuestra otras facetas de este gobierno en que es más conservador que otros que pudieron haber sido de los socialcristianos. En esa lógica hay decisiones de políticas públicas donde el gobierno ha utilizado el discurso de movimientos de izquierda para mostrarse como progresista sobre un nuevo modelo de gestión.

Acá la derecha no se está movilizando contra el gobierno en las calles, en los últimos cinco años el régimen ha mantenido las disputas en las calles con la izquierda. Sin embargo, con ese mismo sector con el que disputa en las calles es el mismo al cual le ha extraído su discurso de reivindicaciones sociales, estableciéndose como líder que pretende ser emblemático. A Correa esto le valió como plataforma electoral nacional y para posicionarse como líder alternativo a nivel internacional.

¿Entonces, el gobierno se volvió absolutamente pragmático?

Así es. La gente ya no vota por un gobierno alternativo de izquierda, sino solo porque se visualiza las obras que se han hecho. Al mismo tiempo, la imagen de Correa como referente político en América Latina cada vez está mas deteriorada, porque las nuevas tecnologías de la información permiten en redes sociales ver en segundos lo que está pasando acá. Así se ha visto la persecución y detención de líderes comunitarios, esperpentos como lo de la ley del aborto, como silenciaron a sus propias asambleístas; como el presidente arma discursos absolutamente retrógrados planteando un nuevo modelo de reforma laboral.

¿En qué medida esa estrategia es contraprducente en el mediano y largo plazo para el gobierno que no debate ni procesa las exigencias y reclamos de la oposición y otros grupos sociales, como el indígena, defensores de los DDHH, que están reconfigurándose y ganando más protagonismo en la agenda pública?

El Gobierno juega a posicionar la idea de que cualquier cosa sin este gobierno es un retroceso al pasado. También hace alarde permanente de su capacidad de intervenir en todos los sectores de forma ilimitada. Eso ocurrió en el referéndum popular que planteaban los Yasunidos, donde la decisión del CNE fue harto cuestionable. En el conjunto de la sociedad ecuatoriana dejó una mueca de rechazo a un institución que se supone es autónoma y rectora de procesos electorales, o lo que estamos viendo ahora respecto a las demandas de sectores políticos y sociales en la petición de consulta popular para la reelección indefinida. Esas lógicas, esa capacidad de control sobre todas las cosas es un hecho negativo que a la larga le va a traer problemas. Decía Séneca que todo poder excesivo dura poco, yo diré que habitualmente dura poco. Algunos dictadores en América Latina y Europa se han mantenido mucho tiempo en el poder, pero la realidad política es que ningún poder es estable si es ilimitado, es le está pasando factura al gobierno.

Al mismo tiempo hay un descrédito. Correa está perdiendo gran parte de ese discurso que era capaz de hacerle frente, incluso a los medios de comunicación. El Presidente decía que se conrtaría una mano antes de firma un TLC, y parecen documentos que muestran que este país lo firmó. Decía que ponía las manos en el fuego y montó un acto de solidaridad con su primo Pedro Delgado, quien se fue del país y hoy vive cómodamente en Miami. Eso está poniendo en quiebra toda la credibilidad que el Presidente había adquirido en los primeros años de gobierno. Esto, al fin y al cabo, es el deterioro: la gente no está apostando por un programa político en Ecuador, los partidos no tienen ideología, empezando por AP. La gente vota por el Presidente Rafael Correa, no por AP. La demostración es palpable, el nivel de credibilidad de asambleístas frente a la ciudadanía es bajísimo; el nivel de credibilidad de los ministros también. La gente a quien aún le cree es al Presidente. Es una relación líder-masa, y para una relación de ese tipo solo se requiere un aparato de propaganda adecuado, que es altavoz y elemento de alzamiento de la figura del presidente.

Es lo que en mercadeo político se denomina un "lovemark", es el personaje convertido como una marca en el centro de todo el proyecto. 

Claro, porque las estrategias de marketing político de este gobierno no son diferentes a aquellas de marketing publicitario de cualquier producto de una multinacional en el mercado. Quienes articulan esa estrategia de marketing político son publicistas que han trabajado antes para campañas de mercado.

¿De hecho las campañas empleadas por asesores del gobierno en este campo han ganado premios internacionales?

Así es, reconocidos internacional, lo cual tampoco forma parte de la realidad media de los ecuatorianos, están en otro estatus.


Hoja de vida

Su formación 
Es sociólogo, periodista y consultor Internacional. Miembro del equipo fundador del periódico Diagonal y colaborador en diversos medios de análisis político y económico en América Latina y Europa. Actualmente es director de la Fundación Alternativas Latinoamericanas de Desarrollo Humano y Estudios Antropológicos (Aldhea)

Su trayectoria 
Fue parte de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) y como tal fue asesor del presidente Rafael Correa, durante los primeros años de su Gobierno. 

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